Se me apetece quedarme en tu mundo,
nombrarte de mi vida el compañero,
hacerte padre de los hijos que no vinieron,
dueño de este hogar que ahora fundo.
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Se me antoja ser tu tierra y no rehúso
que plantes en mí tu sentimiento,
quiero ser terreno fecundo y no yermo
en este mundo abstracto y confuso.
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Envidio las manos, los dedos que te rozan,
anhelo tu mirada febril y lujuriosa,
esa infinita ternura que de ti rebosa,
esas palabras de amor que en mí se posan.
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Ven, mi bien, tú sabes que te quiero,
capaz soy de ponerme al mundo por montera,
me enfrentaré a quien sea como una fiera
por conseguir atesorarte en mi joyero.
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Fontana