viernes, 7 de noviembre de 2008

Luciérnagas


En noches de fascinante embrujo,
desde el ventanal de esta atalaya,
bajo La Luna y su influjo,
todavía sigo el rastro que me condujo
por primera vez hasta tu playa.

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Un camino de luciérnagas me guía,
verdes farolillos que en silencio recitan
sordos estribillos desde la lejanía,
el viento se vuelve melodía
arrullando a dos amantes que se citan.

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En noches oscuras, cuando La luna
se oculta y las luciérnagas no brillan,
en esa playa, y bajo una duna
sepultado mi corazón ayuna
y mis pensares en tu costa se orillan.

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Fontana