Revelación

En el arroyo de la noche tibia
mojadas se van tus palabras,
el quieto badajo de las campanas
anuncian la esperada noticia.

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Alejándote, vas...,
igual que las pasajeras aguas,
tu camisa arde en las ascuas...,
sabes, sé..., no volverás.

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Fontana

¿...?

Porque somos lo que hemos vivido,
desembocamos en el misterio.

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Porque el tiempo queda en el conocimiento
nos aventuramos en lo desconocido
sin más pensamiento ni criterio
que la búsqueda de un nuevo acontecimiento.

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Porque siempre sentimos frío,
nos internamos en el bosque de los lamentos.

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Porque el invierno nos tiene aterrados
intentamos desviar el curso del río
desligando del alma los sedimentos
quedando en vano agotados.

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Pasado y presente es lo único que tenemos,
podemos ir contra corriente,
llegar a tocar los extremos,
pero lo que nunca sabremos
es, cómo hubiera sido de haber acontecido diferente.

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Fontana

Voces

Voces que en mi interior me habláis,
callad vuestros oprobios,
pues lejos de afrentas y agobios
mi amor por él acrecentáis

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Dejad que la noche llegue eterna,
que chirríe la puerta al abrirse,
tu voz ha de partirse
ante la suya amorosa y tierna.

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Gritad, gritadme sin piedad,
romped el tímpano que sordo os niega,
no ganaréis esta brega...,
dejadme en paz, por caridad.

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¿No comprendéis que sin su vida,
ausente y vacía la mía, no existe?
Voz que a mi interior confusión trajiste,
lo amo..., y nada habrá que lo impida.

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Fontana

Celos, envidia e inquina siento

Celos tengo de la oscuridad te abriga,
de esos flacos brazos que te embelecan,
de los sarmientos lanceolados de la ortiga
que obstinados crecen y no se secan.

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Envidia del sueño que con ansiedad te aprieta
y observa tus ojos entornados,
brillo guardan, todavía, en aquella paleta
irisada y sobre el cielo salpicados.

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Inquina al tiempo que no tengo,
por no poderte robar un penúltimo aliento,
a cielos, a mares, al mismo Dios arengo
suplicando un postrero acercamiento.

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Celos del Altísimo que para Sí solo te tiene,
envidia de esas nubes que son tu lecho,
inquina a este infierno que no deja que me serene,
sin ti, por todo siento desidia y despecho.

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Fontana

Sí

Sí, imagino cómo sería
desandar aquel recodo del camino
donde tu amor encontré un día,
donde quiso unirnos el destino.

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Sí, bien definido lo tienes:
Una lluvia de colores,
un estallido en las sienes,
miles de pájaros cantores

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trinando en los balcones,
y nosotros, dejándonos querer,
llenando nuestros zurrones
y esperando el amanecer.

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Sí, alma con alma fundidos,
en los ojos, el renacer,
y los labios atrevidos
dispuestos a aprehender.

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Sí, mi vida, así sería,
así fue..., y así es,
un manantial de alegría
en plena madurez.

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Fontana

A un pajarillo

Ayer leí una historia
escrita por un muy querido amigo mío,
y como es conocido, un placer es su oratoria,
su buen escribir y su poderío.

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Hablaba de un pajarillo
que hurgando en la nieve y bajo el frío,
desde su soledad pedía auxilio
queriendo llenar su triste corazón vacío.

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No estés triste, querido amigo,
no estás solo en ese hastío,
si has de pasar frío..., lo pasaré contigo,
haremos de esa nieve un tibio rocío,

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de la nostalgia y el desamparo,
los remos de nuestro navío,
pondremos rumbo hacia ese faro
que siempre será tu amor y el mío.

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Fontana

¡Oh Dios, cuánto lo echo de menos!

Yo quiero besar la tierra que te cobija,
la que arrulla tu descanso eterno,
filtrarme quiero por una rendija
y caldear tu frío invierno.

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Yo quiero tenerte en mi regazo,
irme contigo, me hubiera gustado,
partir fundidos en un abrazo,
en un infinito beso callado.

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¡Oh Dios, cuánto lo echo de menos!
Mis versos saben a rancio,
creo que no son míos, sino ajenos,
sin él, me vence el cansancio.

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Señor, sólo una noche te pido,
sólo un instante, un minuto,
mi tiempo se ha detenido
en este plañidero luto

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que me cubre hace tres años.
¡Tantas cosas no le dije, cuántos besos
nos faltaron! Que viera nuestros geranios,
quisiera, el florecer de los castaños
y el verdear de los brezos.

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Fontana