Hasta el último vello de mi cuerpo
se yergue con tu presencia,
rompes la dilatada impaciencia
que sólo contigo venzo.
22
Rondas sin pretender que te sienta,
desprendiéndote de tu vestimenta
tus dedos hasta mí se acercan
y, todos mis sentidos se enervan.
22
Un edén son las palmas de tus manos,
cuyas ramas, manejas con destreza,
son mi templo y mi riqueza,
siempre sorprendentes arcanos.
22
Una humeante varita de incienso,
un sinuoso calor en ascenso
y, arrodillándome ante ti, mi ara,
entro en mi templo tras tu mirada clara.
2222
Fontana
se yergue con tu presencia,
rompes la dilatada impaciencia
que sólo contigo venzo.
22
Rondas sin pretender que te sienta,
desprendiéndote de tu vestimenta
tus dedos hasta mí se acercan
y, todos mis sentidos se enervan.
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Un edén son las palmas de tus manos,
cuyas ramas, manejas con destreza,
son mi templo y mi riqueza,
siempre sorprendentes arcanos.
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Una humeante varita de incienso,
un sinuoso calor en ascenso
y, arrodillándome ante ti, mi ara,
entro en mi templo tras tu mirada clara.
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