Gracias a quienes me leen
se ve recompensado el esfuerzo grato
si tan sólo de vez en cuando ojean un rato
y, si al leerme, tal cual soy, me ven.
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No pretendo hacer escuela de mis escritos,
sé que no tengo nada de fina canela
pero, dejo aquí mi encendida vela,
mi vida, mis lamentos y mis gritos.
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Las letras y la palabra son mi vivir,
retazos de mis días sobre cuartillas,
salpicadas de mi corazón hecho astillas,
y todas las que me quedan por añadir.
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Amores vividos hasta la vehemencia,
suspiros flotando en la memoria,
girando en las ruedas de una noria
para exprimir toda mi esencia.
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Gracias por ser capaces de llegar hasta aquí,
gracias por compartir estos momentos conmigo,
quizás haya representado un castigo
pero, amigos, fui feliz porque yo los sentí.
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Fontana