Siento en mi mejilla
tus besos tatuándome la cara
y, tu voz cuando apostilla...,
-nada termina, aunque acabara-
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El pavor, en mi cuerpo hace presa,
me recorren un sinfín de conceptos
pero, pensar en ti me da pereza
y todo se tapa con pretextos.
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El vello y la piel se yenguen,
la saliva se torna espesa,
no pienso, dejo que posterguen
para salir del trance ilesa.
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Despierto, ha sido un mal sueño
y con alegría me desperezo
porque yo no cejo en mi empeño
de quererte, y no hay retroceso.
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Fontana