Si preguntara por ti...,
de conocerte, me dirían lo mismo,
y no es fanatismo,
es que todas te veríamos así:
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Eres la luz de mi madrugada,
la tibia calidez de mis días,
eres para mí el Mesías,
quien me guía hasta la alborada.
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Un oasis en el desierto, eres,
una fuente de la que beber,
calmas mi sed, me haces arder,
saciando todos los placeres.
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Un rayo de luz en la oscuridad,
un faro al que acercarse,
un clavo al que agarrarse,
aunque amaine la tempestad.
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Tienes un mucho de loco, tal vez,
y un poco de insensato,
pero enamoras de inmediato
cuando asoma tu madurez.
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Ese eres tú..., mi bien amado,
pero no por eso te quiero tanto,
tampoco porque calmes mi llanto,
te quiero por ser mi sueño dorado.
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Fontana