Querido mío: No alcanzo a comprendersi los errores en tus textos, son fortuitos,
o, alteras con intención tus escritos
para con ellos, tus gracias conceder.
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Leo y releo todo aquello que me escribiste,
todas tus cartas, las alegres, y las tristes,
al recordarlas, aun hoy, todavía las revistes
de ese halo de magia por el que anduviste.
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Querido mío: Tengo un sinfín de interrogantes,
de historias, retazos vividos por contarte,
tiempo trasnochado, de instantes para amarte,
quisiera que todo pudiera ser como antes.
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Partiste, no hubo ocasión para despedidas,
no hay resquicio, una puerta a la esperanza,
tu marcha, en mí se clavó como una lanza...
¿Sabes? Te sigo queriendo a escondidas.
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Fontana
