Tengo un baúl repleto de poemas,
algunos de ellos, jamás serán leídos,
y aunque por mí, todos han sido paridos,
sin duda, algunos levantarían muchas flemas.
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Esas letras permanecen en el fondo del cajón,
durmiendo en el más absoluto olvido,
porque su autora, así lo ha querido,
esperando la indulgente muerte y el perdón.
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Escritos están de mi puño y letra,
algunos, con sangre y lágrimas que en la cuartilla cayó,
con penas y tormentos que el viento no se llevó,
todos son una lanza que en mi corazón penetra.
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Cuando yo haya muerto y, en una pira arda,
esos poemas se quemarán conmigo,
y lejos de causarme dolor y castigo,
me servirán de consuelo en mi noche más larga.
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Fontana