Te tomé por compañero,
un día, mes de noviembre,
no por verte lastimero,
te tomé porque te quiero,
para semilla que siembre.
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Albas se iban sucediendo,
los años fueron pasando,
la savia fue coincidiendo,
y nuestro amor fue creciendo,
siempre compartiendo el mando.
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Luego vinieron los hijos,
los créditos e hipotecas,
siendo variables o fijos,
sin olvidar regocijos
aun a costa de jaquecas.
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Hoy, nuestro amor germinado,
y sin nada que lo inquiete,
es un terreno abonado
exuberante arbolado,
ni principio que lo vete.
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Fontana
