Has tenido que dejar este mundo,
para poder descubrir tu vida,
he indagado en un asunto...,
del que he quedado sorprendida.
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Un seis de octubre, de madrugada,
intentando encontrar tu esquela,
hallé un mensaje que te acusaba,
clavándoseme como una espuela.
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Era tu hijo, quien anunciaba:
Mi padre, ha dejado de existir.
Sentí el vuelco que mi corazón daba,
mi pena, con nada la pude combatir.
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¿Por qué te fuiste sin contarme...?
¿Por qué te marchaste sin decir?
¿Por qué en lugar de tanto amarme?
¿Por qué no dejaste de mentir?
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Un puñal llevo clavado en el pecho,
porque te hice, y me hiciste sufrir,
y no dándote por satisfecho...,
hoy, me entero..., te acabas de morir.
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Fontana
