Cada día me sorprende más el ser humano
¡Cómo se puede ser tan cínico y tan poco serio!
Has tenido que dar con tus huesos en el cementerio
para descubrir que no eras un gigante, sino un enano.
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Cada noche, desde ahora, descanso en una paz infinita,
todo lo daré por bueno y siempre, por bien empleado,
al saber que en mis muchas dudas he acertado,
sin ti, he quedado en la gloria bendita.
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Cada día, pensaré, que esto no ha pasado
¡Cómo pude darte siendo deshonesto, margaritas!
En tus manos puse, de entre todas, las más bonitas,
y tú, ingrato, con mentiras, las tiraste por el acantilado.
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Cada noche, en sueños, te veo penando en tu cautiverio,
te percibo, te siento..., quiero sentirte tan lejano
en mi pensamiento, en mi quehacer cotidiano,
tú, para mí, para nadie, no tienes criterio.
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Fontana