¡Cuántas veces he aprendido a quererte!
Cambiando la forma, la manera
¡Cuántos días he tenido que socorrerte!
Mirándote de lejos, desde fuera.
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¡Cuántas noches he sufrido por tenerte!
Poniendo una venda a mi ceguera
¡Cuántos años esperando verme inerte!
Y no seguirte más adondequiera.
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¡Cuántas albas deseando que despierte!
Mi alma, sin ser mi carcelera
¡Cuántos meses, tentando a la suerte!
¡Ay..., si valor, yo tuviera!
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Pero, es mi sino, y eso me convierte,
en una verde planta enredadera
queriéndose aferrar a ti, muy fuerte,
sin importarle los vientos que trajera.
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Fontana