Hay poemas que salen del almasin ser muy meditados,
son esos los mejores, con calma,
no demasiado pensados.
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Poniendo la mano sobre el papel,
permitiendo que éste te hable,
qué sensación más agradable
si te dejas llevar por él.
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Cada letra se acomoda en la hoja,
en el aire, el esbozo revolotea,
la pluma lo atrapa, flirtea,
y la tinta suavemente lo arroja.
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El poema, sílaba a sílaba toma forma,
en negro se torna el blanco espacio,
la página se va cubriendo despacio,
el sentir se dilata, te transporta.
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Línea a línea el pliego te acaricia,
estrofa tras estrofa, te besa,
el cálamo en cada trazo te atraviesa,
escribir, simplemente es una delicia.
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Fontana
