Bordaré tu nombre con hilo de oro en una nube blanca de algodón, la veo desde mi balcón, me acompaña mientras lloro.
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Le pondré con mimo, un bastidor y, con pequeñas puntadas..., coseré con ternura, entrelazadas, las iniciales de tu nombre, mi amor.
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En el borde, hilvanaré una orla irisada, refulgente como el nácar de una caracola, con hilo rojo, teñido de amapola, para que sea visible en la alborada.
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Quedarán estas letras en el cielo para que tú las veas cuando despiertes, eso nos hará más fuertes y, mantendrá vivo nuestro anhelo.
Hoy es tu cumpleaños, mi vida, tan sólo son cuarenta y dos, han pasado rápidos, enseguida, el tiempo corre veloz.
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Si la vuelta al número le damos, llevamos veinticuatro queriéndonos, sí, esos hace que nos hallamos, y que nos amamos, diciéndonos.
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Son veintidós años de todo, amor, penas y alegrías compartidas, siempre hemos estado codo con codo, saliendo victoriosos de las acometidas.
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Sé que no te sientes afligido, llevas con honra y orgullo tus años, porque en el fondo estás convencido, de haber subido con valentía los peldaños.
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¿Qué son unos cuantos lustros? Cariño... ¿Qué vida te espera a partir de ahora? Será la misma, seguirás haciéndole un guiño, y yo, te esperaré, como siempre, cada aurora.
En tardes como esta en que la lluvia cae sobre sobre el tejado, es cuando mi corazón se siente más mojado y, más empinada veo la cuesta.
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En tardes como esta cuando el frío del otoño no es tan intenso, con un nudo en la garganta, pienso..., me pregunto... ¿Dónde puedo hallar la respuesta?
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En tardes como esta me falta el aire, necesito abrir las ventanas para dejar escapar por ellas las desganas, y tirar todo lo que guardo, me sobra y molesta.
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En tardes como esta, con tristeza, en silencio aguardo el ocaso, me escondo en mí misma, me acuno en mi regazo, para despertar a un día más, y a otra puesta.
A ese amor que nunca fue mío, que al atardecer, llamó a mi puerta, a esos deseos que siempre he tenido, por sentirme viva, y no muerta.
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A esos indefinidos buenos momentos que permanecen intactos en mi retina, a esos efímeros y olvidados lamentos, dispersos en los ecos de una colina.
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A esa vida que pudo ser, y no ha sido, llenándome de pensamientos y quimeras, a esas horas, que no han transcurrido, y en mi delirio..., te quise de veras.
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A esas letras, que por azar, no he leído, pero, siguen recluidas en mi recuerdo, a esa pasión, que en el corazón anido, esa, que con fiereza..., la vida muerdo.
Ayer recordaba con nostalgia mi vida, esa que tuve contigo, inerte, la busco como mendigo, vivo, ansío todavía, esa magia, impasible, mis días pasan con rabia, esperando, pero... ¿Qué espero? Jamás pensé encontrar tal caballero, ocasión que pasó en un suspiro, pero..., mi vida dio un giro repentino, un golpe audaz y certero.
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Oteo el horinzonte en tu busca fingiendo no irte buscando, empeñada en esa luz que me conduzca,
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sin pensar que tú, ya no estás aquí, otra vida espero, no quiero tinieblas, reiremos cuando te tenga junto a mí.
Amor, en mi otoño te he hallado, quisiste temeroso coger la flor, un brote por el tallo has arrancado, iniciando en mi noche un albor, la vida de luz me has llenado, improvisando ser mi nuevo creador, nombrándote mi dueño apasionado, obrando en mí, un invierno de esplendor.