jueves, 17 de julio de 2008

Adoro...



Adoro tus manos en mis colinas,
tus pupilas crepitando de deseo,
chispeantes como alegres serpentinas
retozando en mis curvas danzarinas,
adoro de tus pestañas el abaniqueo.

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Adoro ese profundo ombligo misterioso,
el vello que con gracia circunda sus orillas
creciendo despistado y licencioso,
adoro al vigía que lo guarda orgulloso,
me priva el tintineo de sus campanillas.

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Adoro el ilegible balbuceo de tu boca
cuando deliciosamente torpe gime enajenada,
adoro cuando tu húmeda lengua la toca
al ritmo del deseo... ¡Eso me vuelve loca!
Desboca mi pasión cual galope de manada.

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Fontana