miércoles, 17 de septiembre de 2008

... Y tu mirada me siguió


Yo iba paseando una noche al fresco
y doblando una esquina te encontré,
-¡buenas noches!- me dijiste,
-¡buenas noches tenga usted!-
Tus pasos me siguieron...,
¡tú sabrás por qué!
El eco de la calle me hablaba
lo que ahora te diré:
Sígueme en tu camino, pensaba en mi interior,
que tus pasos guíen los míos,
que tu fuente me dé de beber,
porque somos dos navíos
sin grumete ni timonel.
¿Qué pensaste cuando la noche y la calle,
cuando el doblez de la esquina nos sorprendió?
He aquí el detalle,
sólo sé lo que pensé yo...,
que yo te quise desde aquel instante,
desde aquel encuentro sin intención,
en el que yo iba delante
y tu mirada mi siguió.

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Fontana