¡Qué niñez más tibia,
qué juventud tan ardiente,
qué madurez tan insolente,
qué vejez más nimia!
22
Entre juegos e inconsciencias
pasa la infancia, radiante,
sin pensar que en adelante
seremos carne de conveniencias.
22
Entramos en la mocedad,
arrogantes y rebeldes,
y a medida que te yergues
crece la adversidad.
22
Pasamos a la granazón
con pesadas cargas infinitas,
nos volvemos sibaritas
y nos come la ambición.
22
Llegamos a la vejez,
a la boca del cañón,
y a falta de la última explosión,
la vida se vuelve desnudez,
22
indefensión, testarudez,
torpeza, abnegación,
somos de la vida una evocación,
cansados miramos del túnel su estrechez.
22
¡Ay, qué vida esta,
que pasando te agotas,
que cuando tienes las botas rotas
es hora de dormir la infinita siesta!
2222
Fontana
qué juventud tan ardiente,
qué madurez tan insolente,
qué vejez más nimia!
22
Entre juegos e inconsciencias
pasa la infancia, radiante,
sin pensar que en adelante
seremos carne de conveniencias.
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Entramos en la mocedad,
arrogantes y rebeldes,
y a medida que te yergues
crece la adversidad.
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Pasamos a la granazón
con pesadas cargas infinitas,
nos volvemos sibaritas
y nos come la ambición.
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Llegamos a la vejez,
a la boca del cañón,
y a falta de la última explosión,
la vida se vuelve desnudez,
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indefensión, testarudez,
torpeza, abnegación,
somos de la vida una evocación,
cansados miramos del túnel su estrechez.
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¡Ay, qué vida esta,
que pasando te agotas,
que cuando tienes las botas rotas
es hora de dormir la infinita siesta!
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Fontana