Mi vida es un larguísimo embarcadero
donde todo viajero tiene cabida,
llegan con ilusión e incertidumbre consabida,
aquí arriba cualquier velero.
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Tiene mi malecón, confortables escabeles
que dan reposo a los pies del forastero
pasajero allende los mares y, al marinero,
y en lo alto, una fresca sombra de laureles.
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Es mi vida un rompeolas de convicciones,
entre las rocas pugnan los ideales
intentando sobrevivir a los temporales
sin dejar que decaigan las ilusiones.
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donde todo viajero tiene cabida,
llegan con ilusión e incertidumbre consabida,
aquí arriba cualquier velero.
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Tiene mi malecón, confortables escabeles
que dan reposo a los pies del forastero
pasajero allende los mares y, al marinero,
y en lo alto, una fresca sombra de laureles.
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Es mi vida un rompeolas de convicciones,
entre las rocas pugnan los ideales
intentando sobrevivir a los temporales
sin dejar que decaigan las ilusiones.
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Así es el mar que en mi interior se agita,
apacible en la costa cuando la visita,
presuroso en llegar a tiempo a su cita,
a veces en calma, y cuando brama, grita.
2222
Fontana