martes, 19 de mayo de 2009

Soledades


En la cárcel de mi ser, vivo,
de huesos desgastados, mis barrotes,
amarguras, sinsabores libo
pues, mi corazón quedó cautivo,
a medio germinar marchitaron mis brotes.

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Funesto sinvivir que no se apiada
de este frágil embalaje que me tapa,
la pena permanece a mí agarrada
desde el ocaso a la alborada,
siempre prendida en la solapa.

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Libérame, tú que puedes, de esa aldaba,
de la oscuridad que en mí enquistada
me hace de las tinieblas, esclava,
llévame de vuelta a tu alcazaba,
de libertad, quiero inhalar una bocanada.

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Fontana