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¡Tantas veces te había pensado,
tantas y tantas que..., tenías que llegar!
Un halcón azul hasta mi balcón ha volado,
un cielo de hombre que me hace soñar.
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¡Que Dios te bendiga!, en tu despedida pusiste,
Dios me bendijo al ponerte en mi camino
y, si en él permaneces, jamás estaré triste
pues, melodía y fiesta es, tu acento argentino.
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Volar quiero, contigo, entre nubes vaporosas,
romper la barrera del sonido
deshojando camelias blancas, y azules rosas,
acunarte, cuando el cansancio te dé por vencido.
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¿Me escribirás?, preguntaste, y he aquí que lo hago
entre suspiros, pues, antes de irte, ya te echaba de menos,
y hasta tu vuelta, será un tiempo aciago,
me faltan tus alas, tu sonrisa y tus ojos serenos.
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Fontana
Caminando voy por la vida
al galope y enardecida,
del tiempo que por vivir me queda, poseída,
sorteando cualquier arremetida.
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Caminando por cárcavas profundas,
entre ciénagas nauseabundas,
corrientes de aguas moribundas,
que con amor, hubieran sido fecundas.
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Caminando, aplastando la maleza,
buscando entre abrojos la belleza,
entre espinas, la verdad y la nobleza,
sabiendo que ahí mi vida empieza.
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Por la vida, siempre buscando vida,
negándome a fenecer antes de mi partida,
a la vida le estoy agradecida
por ese vigor, por la tea que sigue encendida.
2222
Fontana
Nunca saldré de este amargo cerco
que desde hace tiempo me ataja,
pues, aun perdida en ti la fe y la memoria
sigues siendo el único as de mi baraja
y, es que este corazón mío, ¡es tan terco!,
insiste en quererte, y no tengo escapatoria.
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Mándale tú, exígele no amarte,
sácale hasta la última gota de su sangre,
arráncale este amor tuyo a jirones,
déjalo que se apague, se desangre,
traspásalo de parte a parte
pues, me sale tu amor a borbotones.
2222
Fontana
Tres años han pasado,
tres inviernos que parecen una vida,
tres otoños que no han alterado
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mi amor y mi alma dolorida,
mi gratitud por haberme amado
hízome más dura tu partida.
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Eres cual canto rodado
que deslizándose por arena batida
a la playa queda ligado
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y, cuanto más roza mi herida...,
más, es de mi agrado,
más fuerte en mí tu amor anida,
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más cercano siento tu corazón alado
queriéndome dar la bienvenida
teniendo el mío abrigado.
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Tres años, tres inviernos, una vida
de tu luz, mi camino alumbrado,
con esa llama siempre encendida
en el cielo y de una estrella suspendida,
me gusta mirarla, te siento a mi lado.
2222
Fontana
A las orillas de tu ser, vive mi trémula vida
esperando que el torrente se me lleve,
con los pies hundidos en la blanca nieve,
los ojos secos, mientras llueve,
y del alma, por la soledad, desprendida.
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A las orillas de tus blancas sienes quedé,
oculta entre tus grises aladares,
de ganas, rota, por sentir tus pulgares
caminando hacia la cumbre de mis altares,
aunque eso..., jamás será..., lo sé.
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A las orillas de mi mente, nada queda,
desde hace tiempo ocupas el centro de mi frente,
en esta dura batalla soy la única contendiente
y nada puedo hacer contra este amor creciente
que flor a flor, hoy forma una extensa rosaleda.
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Fontana
Quién fuese sonrisa
para estar en tu boca permanentemente
acariciada por tu lengua huidiza,
por tu palabra ausente.
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Quién fuese suspiro, pena,
para poder sentir lo que tú sientes
en tu alma generosa y buena,
llena de anhelos ardientes.
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Quién fuese graduada lente
para ver desde tus ojos, sin prisa,
tu horizonte que es mi vida viniente,
serena, calma y lisa.
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Quién fuese uno de tus pensamientos frecuentes,
una sola abeja de tu colmena,
una gota de tus muchas fuentes
para nadar en ti, cual sirena.
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Fontana
Voz de melancolía,
triste como el tañer de una campana,
igual que viniste un día,
hoy, te vas con desgana.
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Querida Mari Trini, paisana,
tu silencio más que nunca es poesía,
hacia el cielo partiste de mañana
cantándole al amor, como sólo tú sabías.
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Gimiendo queda la melodía,
nunca fuiste esa que el mundo imaginaba,
tras tu quietud bullía una mar brava
que nunca quedó desierta ni vacía.
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Tu tierra, que es la mía, te quería,
apenadas tus canciones, lloran tu partida,
aunque, esto no es una despedida,
sé que desde lo alto nos cantarás al despuntar el día.
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Fontana