Por si algún día lo necesitaras... Mis pupilas tienes de por vida para albergar una lágrima fluida si alguna derrota en ti tatuaras.
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Mis dedos, que pacientes reposan, por si una caricia precisaras, por si de otras manos avaras notaras que con desidia en ti se posan.
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Mis mejillas sonrosadas aguardan recoger tus vergüenzas, tuyas son, si en horas tensas las tuyas se ven sonrojadas.
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Mi palabra, por si la tuya se trabara, defenderte quiero a muerte, o, si no pudieras expresarte, dar por ti la cara.
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Mis uñas que con ternura y codicia surcarían los mares de tu piel pero, con astucia serían tu lebrel dando caza a la injusticia.
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Mi entusiasmo, la fuerza del querer, por si tu ánimo desfalleciera, sabes que ahí fuera espera, y por ti, nunca ha de desvanecer.
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Aquí me tienes para cuanto imaginaras, la vida te diera, aunque no me amaras, mi ventana entreabierta queda, por si llamaras, por si algún día, me necesitaras...
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Fontana
miércoles, 25 de febrero de 2009
Corría el año mil novecientos setenta y ocho, aires de libertad inyectados directamente en vena, una juventud emergía, salía de la colmena, atrás quedaban la represión y las mentiras de Pinocho.
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Recuerdo una cafetería, donde en su parte alta, había techo bajo, oscuridad ardiente y una ventana sin salida, en la planta baja, la máquina giradiscos era la alegría, ¡qué recuerdos!, canciones y monedas se acaban enseguida.
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Una melodía, había, que sonaba más que las demás, bueno..., cuando menos, mientras yo allí permanecía, hoy, llorar me hace todavía, de olvidarla no he sido capaz, remembranzas de juventud, de un gran amor que florecía. 22
“Fernando”, aquella canción, los momentos, los tambores redoblan y redoblan en mi limada y evocadora memoria, aquella lumbre azul que tantas veces nos llenó de colores, hoy, pasados los años, aún hacen girar esa añorada noria.
Me rasgo en llanto amargo si en tus pocos años pienso, me sonrojo y avergüenzo pero hacerme quiero cargo de que vivir es muy largo, que para todo habrá espacio y aunque llegue despacio el alba nos ha de sorprender, y en espera de tu madurez, seguiré brillando, cual topacio.
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Fontana
jueves, 19 de febrero de 2009
Entre los mimbres, el viento se deja oír, pregunta qué fue de aquella voluntad:
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¿Quién te hizo dejar de sonreír que en tu gesto sólo veo ansiedad?
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¿Quién con infinita crueldad, anulándote te llegó a cohibir?
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¿Quién en su insana barbaridad, de vana beldad te quiso cubrir?
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¿Quién se apoderó de tu discernir que ya no encuentras la verdad?
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El doblar de la mimbrera mitiga mi crujir escorándonos las dos con vientos de soledad.
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Fontana
sábado, 14 de febrero de 2009
Sin esperanza se mecen los alisos, ya no pueden verte, sus rojos frutos, ahora cobrizos, caen en el suelo inerte.
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Sin sol vive la blanca gardenia, grisáceo tornó su color, su mullida tierra, ahora es peña, no te siente a su alrededor.
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Sin olor crecen las rosas, espinas como lanzas, en su tallo, a ellas, no vienen las mariposas, no ven de tu sol el rayo. 22
Sin alegría, las flores viven, penumbra se hizo en su entorno y es que los brotes no conciben su color, tú eras su adorno.
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Fontana
viernes, 13 de febrero de 2009
Vivir es, perseguir el viento en busca de aquello que un día soñaste, matar el tedio, el descontento, ensimismarte en el complaciente arrobamiento, estar con la persona que siempre amaste.
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Robarle a la primavera el resurgimiento, guardarse la calidez de un día de sol, para luego, de las estaciones quedar desatento y en el bagaje de las horas hacer tu asiento, hacer de todo acontecimiento, un crisol.
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Es, vivir, simplemente estar sediento, llenar, si se vacía, la crátera de la vida, abstraerse, hacer que sea un descubrimiento, llegar a lo infinito con el pensamiento y mantener la llama de la sorpresa, encendida.
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Fontana
miércoles, 11 de febrero de 2009
A veces las palabras, se me esconden, juguetean, se burlan de mi pensar y, aunque las ideas me ronden,
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su ausencia no deja de aguijonear en ese irreal laberinto inconforme que a cada instante me hace palpitar. 22
Tal confusión, me aflige... ¡Es enorme!, y, buscando y rebuscando, no cede, ningún concepto encuentro que se ahorme 22
a lo que mi corazón siente y no puede expresar, yendo a contracorriente, sumergiéndome en el lodo, adrede.
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Pero dejo pasar ese momento doliente y, volviendo todo a su orden fluyen las palabras, de repente.
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Así es la vida de quien escribe, desorden, un ir y venir entre flores y abrojos esperando que las musas me aborden.
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Fontana
martes, 10 de febrero de 2009
Yo nunca fui la luz de tu vida sombría, tampoco fui la alegría de tu patio andaluz;
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sólo fui el velo que un día pusiste a tu cruz para mirar al trasluz y buscar tu armonía.
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Yo nunca fui real, sólo fui una tenue brisa, una mota de ceniza entre la ardiente cal
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que apagaba la lluvia, el frío, hizo lo demás, congeló la frágil paz, dejando sólo agua turbia.
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Fontana
jueves, 5 de febrero de 2009
A nada escribo en concreto, a nadie presente en mi caminar, lo mío es un pasar discreto en un otoño crepuscular.
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Silencio, un hablar por hablar, exprimiendo la vida, aprieto mi último resplandor lunar, saboreándolo por completo.
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Sin permiso me entrego al reto, al frío que llega sin llamar, a la penúltima página de mi libreto, al breve instante que me ha de zarandear.
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No quiero tiempos de asueto, quiero una era donde trillar, separar el vacío, lo simple y lo escueto y, con lo bueno, al deceso poder abrazar. 2222
Fontana
miércoles, 4 de febrero de 2009
Vivir, quiero, el momento, perder contigo el juicio sin obtener más beneficio que el simple contento.
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Sentir que te acaricio, rasgar el sentimiento, beberme tu aliento sin máscara ni artificio,
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oír tu respirar lento, convertirlo en bullicio, rodar por el precipicio hasta llegar al agotamiento,
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leer en tu gesto, el vicio, hacer acopio y recuento, asistir al nacimiento del manantial del orificio.
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Vivir, quiero, el momento, vivir el final y el inicio sin dejar prueba ni resquicio y, prestarme al alejamiento.
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Fontana
martes, 3 de febrero de 2009
Pobre barca a la deriva, sin remos, sin vela, sin otra alternativa que verse cautiva en la arena de la cautela.
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Salitre en su madera, sargazos en sus entretelas, raída su bandera ondea como cabellera..., haciendo de centinela.
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Pobre barquita varada en el sediento anhelo de una nueva alborada, a la mar abrazada y rogando al cielo
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una mano alzada que de nuevo embellezca su brillantez dañada. Devuélveme a la ensenada, antes de que anochezca.