lunes, 20 de octubre de 2008

Por eso, para entonces...


Por eso, cuando nuestra garganta no pueda emitir sonido,
las hojas secas de la vida hayan caído,
unas manos caven el hoyo que nos aguarda,
para entonces, quiero haber vivido.

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Cuando nuestro sol se oculte anciano y abatido,
el mar se retire dulcemente dormido
y unas caracolas marquen la senda del último camino,
para entonces, quiero haber vivido.

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Por eso, cuando el destino nos regale una esperanza
y aunque los altos peldaños nos resten confianza
debemos ser osados, atrevidos,
pese a no estar equilibrada la balanza,
y entonces, no lamentarse de haberlo vivido.

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Fontana