lunes, 27 de octubre de 2008

No rompiste tu promesa...


No rompiste tu promesa,
no fue debilidad,
mía fue la torpeza
porque el corazón pesa
y no tiene tranquilidad.

22

El tiempo da la razón
a quienes con paciencia esperan
una aproximación,
viendo la solución
en perdonar, aunque difieran.

22

Princesa me llamas,
señor..., señal es ésta
de que entre todas las damas
tu alma por mí inflamas
y todavía no estoy depuesta.

22

Así pues... ¿Quién faltó
a su palabra? El corazón
ordena, y la razón asintió,
fue efecto dominó,
ambos viajamos en el mismo vagón.

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Fontana