viernes, 27 de marzo de 2009

A la orilla arribo


¿En qué paraíso me hallo
que sin ti vivir ya puedo,
será que ya no me apuntas con el dedo,
o, quizá el olvido haya llegado?
Ya no me hundo, sino nado,
y a la orilla arribo con aliento,
atrás quedó el camino polvoriento,
las noches de enfado y sospechas,
de tantas y tantas abiertas brechas
cicatrizadas por el aburrimiento.

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Pero tú, en este momento, te dirás:
Si me escribe..., me recuerda...,
y por mucho que la memoria pierda,
lo vivido no la dejará en paz.
-No, ha sido un pensamiento fugaz,
las últimas letras del olvido,
mi amor, nuestro amor es ido
pero, en verde campo reposa
y, como la vida es caprichosa...
¡Quién sabe si es, o no, punto y seguido!-

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Fontana

jueves, 19 de marzo de 2009

Promesa


Se me escapa el alma cuando te veo
y mis labios te niegan el habla,
una promesa cumplo, pero el corazón me salta,
veo tu ventana abierta, y siento un cosquilleo.

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Se me encoge el alma si tu nombre veo escrito,
el deseo me corta con el filo de su navaja,
y cerrando el puño, quedo triste, cabizbaja,
doliéndome el dolor hasta lo infinito.

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Se me muere el ser, y con él el alma
cuando pienso lo que te echo en falta,
te sigo pensando como mi torre más alta,
y yo, en mi pequeñez, quien más te ama.

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Pero el juramento que me hice, asumo,
devoro llanto, pena, y sobre ellos me encaramo,
sólo a mí misma la culpa reclamo
y entre yermos amaneceres, me consumo.

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Fontana

viernes, 13 de marzo de 2009

Cuando el amor resuena...


Cavé un hoyo en la arena,
donde el agua, pensé, no llegaría,
pues lo que iba a enterrar, temía,
volviera a florecer como la azucena.

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Tu recuerdo, con olvido lo quise esconder
bajo una montaña de pena,
pero cuando la furia del amor atruena,
montaña, hoyo, ni pena, la puede adormecer.

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Fontana

martes, 10 de marzo de 2009

Libro de arena


En el libro de mi vida, entre hoja y hoja
duerme la arena que el viento deposita,
poso de algazara que de un lado a otro se agita,
mientras las cuitas, derraman su savia roja.

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Página a página, deshojando la margarita,
sí, no, sí, no..., es mi vida una paradoja,
exultante de alegría, y rota por la congoja,
en su justa medida, ninguna, ni finita.

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Letras, que como gotas de fino rocío,
van calando, formando parte de otra hoja,
cada pliego alimenta al mismo río
para desembocar en ese mar bravío
que, aun mansamente calmo, todo lo moja.

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Fontana