lunes, 1 de diciembre de 2008

La alberca y la mujer


Discurres cantarina hasta llegar a la alberca
buscando ansiosa la boca que te ha de beber,
fresca, pura y cristalina una boca se acerca,
en ti se hunden unas blancas manos de mujer.

22

Tu larga melena, su pelo humedece y alisa,
cansados los pies, juguetean en tus espejos
salpicando la suave seda de su camisa
dejando entrever dos turgentes reflejos.

22

Sedienta, se inclina, su sed ahuyenta,
sentada en tu escalinata, de vida se empapa,
tersa y fina piel, de su escote revienta,
saciada, se envuelve en tu capa.

22

Ondas provocan las curvas de su figura,
dorados cabellos emergen por doquier,
el agua, envidiosa, se ciñe a su cintura,
en ella, quisiérase embeber.

22

Fresca, exultantes, mujer y agua se despiden,
se despiden sonrientes hasta más ver,
pero sabiendo que en comunión conviven,
y la una sin el otro, no pueden ser.

2222

Fontana