Ya no me quedan versos que dedicarte,
el agua de la fontana, se secó,
pero jamás podré olvidarte
aunque mi corazón se durmió.
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Nunca fuiste un broche en la solapa,
ni un trofeo en la vitrina,
ni de mis malos momentos, la tapa,
ni de mi vivir, la espina.
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Fuiste el que todo lo atrapa,
el que más amor me dio,
el que de mí supo hacer el mapa
de mis deseos, y de luna los vistió.
22
En mi corazón sigue alzada la colina,
y en la cima, el baluarte
y, aunque en estos momentos hay neblina,
ni las nubes ni el olvido me impedirán amarte.
22
Creo que te hago un gran favor
permaneciendo callada, y ausente.
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Fontana