Lirio que en lontananza aparece,
otrora, baldío, sin luz,
cada tarde, en el horizonte un lirio florece,
puro, blanco como la nieve, y a contraluz.
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Amigo de mis largas madrugadas,
dulce candor y frenesí,
entre acordes, susurros y chiquilladas
haces que mis mejillas se tornen carmesí.
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La Luna, como testigo,
la trémula luz de una vela en la ventana,
tú conmigo, y yo contigo
esperando el despertar de la mañana.
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Dime, lirio amigo…
¿Qué sientes cuando llegas a mí?
Sabes que tu cálido dialogar, persigo,
sabes que a la puesta del Sol, siempre estaré aquí.
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Fontana