

de mi vida, por el lecho de la tuya va,
un caminar que empezó siendo inocente
que fue tomando carrera en la pendiente,
y cual regato, nunca hacia atrás irá.
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En los meandros que tu ser describen,
entre curva y curva, me dejo mimar,
sólo en tu cauce mis aguas viven
pues, de tus riberas reciben
lo que ningún otro me supo dar.
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Fontana