sábado, 26 de febrero de 2011

Dime, Federico…


Dime, Federico…
¿Por qué portaba tu mano
la flor que te dio muerte?
¡Qué mal te tentó la suerte
que no quiso verte de anciano!

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No te doblegó un mandato,
ni dejaste que el fusil te asustara
al medirte con otra vara
que de la manga se sacó el mojigato.

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Frente altiva, sin disfraz,
así viviste tus exiguas primaveras
rondando la vida entre acres acederas
y desoyendo al barrabás.

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Dime, Federico…
¿Por qué llegaste ayer de madrugada
cuando unos pocos no sabían escuchar
y por ley decidían matar
a las puertas de España y de Granada?

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Fontana