domingo, 15 de junio de 2008

Papel arrugado


Una vez leí una historia, hablaba de la similitud
entre arrugar un papel y agraviar un corazón,
y es que a veces nos comportamos con tal ingratitud
que nada ni nadie puede perdonar una acción.

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Nos cuesta poco desahogarnos, morder con ira,
sin darnos cuenta de que en esa mordida,
tarde o temprano arderemos en la misma pira,
o, quizás, a otra persona le va en ello la vida.

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La profundidad de los pliegues en el papel,
aunque se intente, jamás serán alisados,
lo pondremos detrás, escondido en el anaquel,
y siempre que lo ojeemos, lo veremos arrugado.

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Los fruncidos del alma no tienen olvido ni cura,
sangran cada vez que recurrimos a la memoria,
no podemos hacer en ellos una buena costura,
la herida en el alma perdura, no es transitoria.

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Fontana