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Buscando tu desencantamiento, iba,
y vistiéndome cada noche de ortiga
queriéndote parecer ácida y esquiva…
Pues, tú y yo sabemos, que sólo puedo ser tu amiga.
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El dulce néctar que degustaste un día,
el granado maná de la dócil espiga,
aunque en mí siga todavía…
Tú y yo sabemos, que sólo puedo ser tu amiga.
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No me mires como tu flor pensada,
ni como una mujer que amor mendiga,
mírame como una vela apagada
pues, tú y yo sabemos, que sólo puedo ser tu amiga.
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Fontana
Intento robarle al día unas horas de alegría,
unos momentos de paz y recogimiento,
recolectar la cosecha y dejar un sarmiento
para verlo brotar, y no quedar vacía.
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A los meses, un tiempo les quito,
a los años, todo lo aprendido,
tamizo y desecho algún desabrido,
y una vez resumido, queda un escrito.
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Rimo en consonante, con más o menos acierto
pero, quienes me leen, lo saben, es evidente
que aunque la métrica quede ausente,
lo que escribo, lo hago a corazón abierto.
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No es poesía, lo sé, son simples relatos,
sentires que brotan y necesito arrojar
para que mi alma, después, pueda abrevar
y dejarse holgar, a ratos.
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Fontana
Que el averno abra sus puertas
y me encierren sin piedad en sus entrañas,
que mis huesos se partan y sean pasto de fieras alimañas
y no dejen ni una esquirla de mis carnes muertas.
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Que se cieguen las cuencas de mis ojos soñadores
y no puedan ver el día que cada mañana nace,
envuélvame la vida en un sudario y nadie advierta que aquí yace
una savia exánime privada de sus fulgores.
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Que todo esto, y más…, me pase
si un sólo instante dejara de amarte,
pues entre tú y yo, jamás hubo un punto y aparte,
ni un mal gesto, ni una mal tildada frase.
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Que en el infierno arda…, si eso llegase.
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Fontana
El desgarrador clamor de las campanas, suena,
suenan a muerto, lastimeras repican por mi dolor,
dolor que golpea con el badajo de la pena,
pena por el implacable deceso destructor.
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Mi corazón se rasga sensible al frío metal,
metal que templa mis adentros en calma,
calma engañosa, serenidad irreal,
irreal como la seca vida de una rama de palma.
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Plañidera campana que desde mi interior, tañes,
tan parte, eres, de mi vida cotidiana
que, casi es placentero permitirte que me dañes
ajando el hontanar de mi fontana.
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Fontana
El desvelo y el voluble azar
se rindieron a la fruición de la palabra
dejando que la fascinación fluya y se abra
haciendo a dos corazones palpitar.
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Dulce hechizo cuajado de beldad
que me inquieta y me hace desear,
volverte, en la distancia a acariciar,
pensarte, henchirme de ansiedad.
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Fontana